Tuesday, September 20, 2005

Obtuve el Nobel de Física gracias a mis estudios sobre la oscuridad densa, y el de Literatura gracias a los libros que todavía estaban por escribir. En el campo de la ciencia, aunque los medios se hiciesen eco, mi juventud no era una cosa extraordinaria. En 1915, con veinticinco años, William Lawrence Bragg, inglés, tuvo el mismo reconocimiento por la Física junto a su padre William Henry Bragg, por sus estudios sobre la estructura de los cristales. Tanto Bragg como Theodore William Richards, que se llevó el premio de Química en 1914, habían completado sus trabajos a la edad de veintitrés años. Por la literatura, sin embargo, gané de largo a Joseph Rudyard Kipling, hasta entonces el premio Nobel más joven, habiéndole sido concedido en 1907 a la edad de cuarenta y un años. La única persona que había conseguido, anteriormente, ganar dos premios Nobel era el doctor Linus Carl Pauling, de Química en 1954 y de la Paz en 1962. También Marie Curie y John Bardeen obtuvieron dos premios, pero compartiéndolos al menos una vez con otros vencedores.
El periodo más largo de coma profundo lo vivió Elaine Esposito (nacida el 3 de diciembre de 1934), de Jarpon Springs, Florida, Estados Unidos. La niña, operada de apendicitis el 6 de agosto de 1941 a la edad de seis años, no volvió en sí y murió el 25 de noviembre de 1978, con cuarenta y tres años y trescientos cincuenta y siete días, después de un coma de treinta y siete años y ciento once días.
Las pulsaciones normales de un adulto de sexo masculino en reposo tienen una frecuencia de entre setenta y setenta y dos por minuto y de entre setenta y ocho y ochenta y dos en un adulto de sexo femenino. Las pulsaciones alcanzan o superan las doscientas por minuto durante esfuerzos violentos, y pueden descender a doce en casos extremos.
La mía era una generación que moría. A intervalos casi regulares leía en los periódicos que alguien que conocía, a menudo compañeros de instituto, habían muerto por drogas o en un tiroteo con la policía, o suicidados con los métodos más estrambóticos. Uno en particular quería dárselas de rompecorazones, como en las novelas del siglo XVIII, y por ello masacró a golpes de martillo, después de haberla violado, a su madre en abril de 1978. Expiró en la cárcel, antes del juicio, sin que los perplejos médicos pudiesen hacer nada.
Me olvidaba: entre las cosas que quería hacer antes de morir también estaba ésta: atravesar un agujero negro. ¿Qué habría visto? ¿Qué habría ocurrido? Lo contaré en otra ocasión. Ahora es tarde, Die sieben Worte - Lukas Passion de Heinrich Schütz ha llegado casi al final de la primera parte, el sábado está a punto de marcharse y yo estoy cansado.